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Educador apasionado
El 15 de octubre de 1893, Don Orione, por entonces
un seminarista de 21 años, fundaba una escuela en un humilde
barrio de Tortona que albergaba a 40 chicos de las familias olvidadas
de los valles cercanos. Esa escuela fue la semilla de la Congregación
de Don Orione.
En aquel momento histórico existía una gran brecha
entre el pueblo y la Iglesia; las ideologías anticlericales
iban arrancando del corazón del hombre el preciado don de
la fe. Don Orione lo vive en su propia familia, por esa razón
consagrará su vida a cerrar la brecha entre la Iglesia y
el Pueblo, entre la religión y la sociedad, y lo hará
comenzando por una escuela.
Vivió con pasión por “salvar a la niñez
y a la juventud, sol o tempestad del mañana”. Estaba
convencido que el único modo de salvar a la sociedad era
educándola. Escribía en una de sus cartas: “Tengo
necesidad de correr por toda la tierra y por todos los mares, y
me parece que la caridad de Nuestro Señor Jesucristo dará
vida a todas las tierras y a todos losa mares y todos clamarán
por Jesucristo... Abrir colegios muy fieles al Papa, es decir muy
fieles a Jesucristo”.
Instauró ”un sistema nuevo de educar” que lo
llamó “Sistema Cristiano Paternal”, entre cuyos
rasgos principales se destacan:
- El ambiente de familia que debe reinar en cada escuela.
- El buen uso del tiempo (para alumnos y docentes).
- Adhesión a los valores del pueblo.
- Didáctica ágil que facilite y acompañe el
estudio.
- Papel central de la afectividad: “El corazón es la
gran puerta de entrada de todos los valores humanos”.
Según palabras de Don Orione, “una escuela es una gran
obra de Caridad”. Nosotros podríamos agregar que una
obra de caridad es siempre una gran escuela.
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