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Confiado en la Providencia
La visión de la Providencia, además
de expresar la fe y el sentido de lo sobrenatural en la vida, en
Don Orione asume también una connotación carismática.
Él no ha dudado en encuadrar su misión en el seno
mismo de la misteriosa acción providente de Dios, llamando
a su fundación “Pequeña Obra de la Divina Providencia”.
Don Orione fue un modelo de abandono y de fe en la Providencia;
y eso constituye una de las principales directivas ascéticas,
además de un legítimo y filial consuelo, para cuantos
prolongan su inspiración carismática: somos llamados
a atestiguar la presencia y la obra de la Providencia de Dios, ya
sea con nuestra actitud interior como con el apostolado externo
de la caridad.
El nombre de la “Divina Providencia” siempre le fue
muy querido a Don Orione, tanto que firmó ordinariamente
sus escritos “Sac. Luis Orione de la Divina Providencia”.
¿Cómo explicar esta actitud de abandono filial en
la Providencia por parte del Padre Fundador? Indudablemente la marcha
de su vida, especialmente en los orígenes, la incertidumbre
y la aparente falla de algunos caminos emprendidos, como el camino
vocacional con los Franciscanos y Salesianos, debieron inducirlo
a reconocer en sus pasos no solamente poco fáciles sino también
insólitos, la guía de aquella Providencia que lo quería
y hacía “fundador” por encima de sus planes y
sus deseos. “Cuando es la Providencia la que hace, cuando
se ve que es la Virgen misma la que hace y que nosotros no somos
otra cosa que ‘chapuceros’, ¿qué quieren
decir? Digitus Dei est hic! Nosotros somos estropajos (stracci)
en las manos del Señor, de la Divina Providencia... nosotros
somos estropajos “stracci) en las manos de la Iglesia, a cuyo
servicio nosotros únicamente estamos, con devoción
plena y perpetua... Se los dije tantas veces que nosotros somos
estropajos (stracci) de Dios y de la Virgen, y la gracia y fortuna
es toda nuestra, si Ellos se sirven de nuestras miserias para hacer
algo de bien en la Santa Iglesia”.
Por esta profunda confianza en la Divina Providencia, Don Orione
supo descubrir su historia personal, la de los demás, la
de la Iglesia y de la humanidad, como el fruto del amor divino,
y se dejó plasmar como instrumento en las manos de la Divina
Providencia para volverse a su vez providencia para los hermanos.
Supo leer la vida como historia de salvación. Ha sabido ver
la mano de Dios, también en el mal y en el sufrimiento: “...
la mano de Dios conduce todas las cosas. Alguno de ustedes dirá:
¿También los males? Sí, también los
males morales. ¿También el pecado? Sí, también
el pecado. No el mal moral de por sí, sino porque nos hace
sentir que todos somos débiles, que debemos arrojar la frente
en el polvo, que no somos nada frente al Señor, que no debemos
hacer otra cosa que invocar la ayuda de Dios, el consuelo, la luz,
la gracia, la misericordia de Dios”.
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